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Silvia Flechoso: "La máxima del arte sería una técnica capaz de revelar lo sublime"

Actualizado: 22 jun 2021

Un dios caído, un ser humano que se cree dios, una mitología olvidada, la sombra de lo divino, el amor más terrenal y el tiempo que solo salva lo inmortal. El trabajo artístico de Silvia Flechoso (Burgos, 1991) aspira a la grandeza desde su inspiración clásica veneciana en la que incorpora su mundo contemporáneo. Sus pinturas figurativas reflejan el interior terrenal del ser humano hacia una expresión de nuestra naturaleza divina. Flechoso construye una obra trascendente, atemporal desde unas raíces clásicas completas de modernidad como un puente para alcanzar lo sublime. #silviaflechoso

 

Retrato de Silvia Flechoso / silviaflechoso.com Ilustración por Manuel De La Fuente / manuelsart.com Inspirado sobre una fotografía de Mario Correia.


En sus estudios de Filosofía y Bellas Artes descubrió que fuera de la academia encontraría su propio camino para crear objetos mágicos de transformación para la sociedad desde su talento y trabajo. Es con la pintura con la que llena de energía al espectador para crear una experiencia estética que perdure en el tiempo. Una obra artística llena de símbolos de aspectos y temas religiosos o mitológicos pero cambiando su significado tradicional en unas metáforas completas de sentido. Este 2021 está lleno de éxitos para Flechoso: ha sido la ganadora de la beca BAA - Scholarships Barcelona Academy Art y además el 26 al 30 de mayo expuso con éxito en la 16 Feria del Arte de Madrid - Art Madrid. Trabaja y crea desde la capital y en esta entrevista revela a HUMANA su ideario creativo y sus experiencias vitales más relevantes para su obra.

HUMANA magazine: ¿Qué hizo que se dedicase a dibujar, y a pintar?


Silvia Flechoso: Desde la infancia es algo que viene de dios, o de lo que sea, que pone la información en nosotros para decir “esta es mi vocación”. Porque es algo que yo racionalmente no he pensado, es decir, “voy a ser abogado para ganar mucho dinero”. En este sentido siempre ha sido algo que he necesitado hacer, que ha nacido de mí como una necesidad muy profunda. Cuando dibujo o cuando pinto yo entro en una paz, en un espacio de serenidad, que no encuentro con otras actividades. Yo creo que es la búsqueda de la felicidad o de la realización plena. A nivel profesional es encontrar configurar mi vida de manera que yo pueda sostenerla desde algo que me llena plenamente. También lo que encuentro es una actividad que trasciende lo circunstancial, lo efímero. Me trasciende a mí misma cuando lo estoy practicando y también deja una transcendencia para cuando yo no esté. También me obsesionó mucho de pequeña la idea de la muerte, es decir, algún día me voy a morir, tengo que hacer algo que haga que merezca la pena mi paso por la existencia.


HM: Desde sus estudios de Filosofía o Bellas Artes, ¿cómo encontró su lenguaje y estilo? ¿Por qué utilizar esos recursos?


S.F.: Cuando era más joven estaba obsesionada con encontrar un lenguaje y un estilo pero llegó un día en el que dije, “esto es absurdo, yo soy única en esta creación y por tanto todo lo que yo haga va ser único. Porque lo estoy haciendo yo”. Simplemente el hecho de trabajar y el adquirir plenamente la técnica es lo que a uno le permite revelar ese estilo. No creo que se busque el estilo, creo que el estilo simplemente se plasma como una consecuencia del ser individual.


El recurso principal es la pintura, en ella encuentro un material muy rico y muy sensual en el que puedo de una manera muy plástica introducir energía. Siento que la pintura es el medio en el que mejor puedo poner la vida. La figuración o el realismo. Yo no me considero realista, sí soy figurativa y creo que si yo trabajo con imágenes de alguna manera estoy proyectando un mundo. Entonces si yo proyecto figuras es como si le estuviera diciendo al mundo, “mundo quiero crear estas figuras en mi vida”. Es como si yo creara las diapositivas que luego voy a proyectar.


“Mediodía“. Pintura de © Silvia Flechoso, 2018.


Todo el ejercicio de crear un cuadro, yo los utilizo para desprogramarme y para reprogramarme, es para transformarse de alguna manera. Es un ejercicio que se alarga en el tiempo en el cual tienes puesta tu atención, cada instante todo tu ser está volcado en esa actividad y es como si estuvieses repitiendo un mantra. El último cuadro que estoy haciendo llevo cinco meses con él, imagínate que durante todo ese tiempo yo estuviese constantemente machacando, machacando, machacando… esa imagen que yo quiero producir. Esa imagen se fijará en mi conciencia, y como creencia más a nivel metafísico, si yo creo que el pensamiento genera formas en lo manifestado todo aquello que yo fortalezco a través de la atención en mi pensamiento generará formas en lo manifestado, en mi vida. Para mí la figuración tiene el sentido de vehicular el pensamiento con la manifestación.

HM: ¿En sus estudios de Bellas Artes echaba en falta a nivel académico, plan de estudios, fundamentos de arte?

S.F.: Sí, para mí fue una decepción, al igual que hubo ciertos profesores que fueron absolutos hallazgos, como revelaciones en mi vida. De entrada la carrera de Bellas Artes creo que ha bajado mucho en calidad, porque antes se exigía una prueba de acceso y ahora ya no se exige. Había personas muy bien preparadas, que a lo mejor estaban dos años preparándose esa prueba de dibujo para entrar en Bellas Artes. Ahora mismo la técnica se ha devaluado, y es gracioso cuando la palabra arte proviene de téchnë que significa técnica.


“Cuando era más joven estaba obsesionada con encontrar un lenguaje y un estilo pero llegó un día en el que dije, esto es absurdo, yo soy única en esta creación y por tanto todo lo que yo haga va ser único.” — Silvia Flechoso

Entonces para empezar los requisitos no exigen una calidad, luego creo que la mayor parte de profesores tampoco están preparados para enseñar desde un nivel que tú digas que es superior. Con excepciones los profesores me dejaban que desear. También en parte porque muchos de los profesores que hay en la carrera de Bellas Artes, como en otras carreras no es vocacional. No creen que su misión en la vida sea ser profesor. Entonces se hacen docentes porque de artista “no se van a comer un rosco” y así por lo menos tienen un sustento todos los días. Esa frustración que tienen muchos profesores se la transmiten a los alumnos.


Recuerdo un profesor que era brillante en cuanto a técnica, era un profesor de dibujo sobresaliente, pero veías su frustración y la manifestaba de manera evidente. Él decía: “Pintas como Velázquez” y nos daba a entender que por mucho que pintásemos como Velázquez no íbamos a conseguir nada como le había pasado a él. Es decir, te preguntas “¿qué estoy haciendo aquí?”



“El cierre de la mente moderna“. Pintura de © Silvia Flechoso, 2018.


También echo en falta, aparte del vacío en la calidad técnica, la asignatura de historia del arte. Cuando era la licenciatura, en los 5 años se daba historia del arte y ahora se ha reducido a un cuatrimestre. Otra cosa que echo en falta es la vinculación con el mercado. Al artista o futuro artista no se le capacitaba para encontrar su nicho de mercado en el mundo del arte, para solucionar todos los requisitos legales que puede haber entre que estés produciendo tu obra en casa y llegues a venderla a un particular, o a través de una galería, o cómo poner precio a tu obra.

Después de hacer Bellas Artes necesitabas saber cuales son los pasos a seguir para yo establecer mi lugar en el mercado del arte. Es decir, voy a las galerías, les envío mi trabajo, o tengo que participar en concursos, qué vías hay para que yo abra mi camino.


Además otro déficit en los estudios actuales de Bellas Artes es la carencia de vinculación con instituciones de arte, con galerías o con museos. Con museos existe, pero solo a partir de un máster. En Estados Unidos se tiene más en cuenta, muchos artistas salen ya directamente con un contrato de galería, a lo mejor se ha organizado en la facultad una exposición de artistas que se van a graduar y se vincula con galerías y se establecen nexos. Es que aquí es como compartimentos estancos, está la facultad de Bellas Artes que no tienen ningún tipo de vínculo de galerías ni con nada. También creo que el hecho de que el territorio de las bellas artes se ha ampliado tanto que ahora mismo tiene que tocar muchos campos como videoarte, instalación, performance, etc. que en cuatro años no se pueden abarcar. Será mejor dividirlo en carreras diferentes, por ejemplo cuatro años dedicados a performance, que luego tenga unas asignaturas de historia del arte o que tengan unas asignaturas comunes entre esas. Igual que pasó con la restauración o con el diseño que antes pertenecían a la carrera de Bellas Artes y se acabaron separando. Se trata de abarcar demasiado y se acaba quedando fuera lo práctico que luego le va a permitir al artista desarrollar su carrera en el mundo real.


“ Una idea no es arte, para eso está la filosofía. La filosofía abarca todo el mundo de las ideas. El arte debe ser vehicular a través de la técnica.” — Silvia Flechoso

HM: “El arte es la revelación sensible de lo sublime”. ¿Para usted lo sublime es la máxima del arte?


S.F.: Para mi lo sublime es la máxima de la vida. La máxima del arte sería una técnica capaz de revelar lo sublime. Es decir, la esencia de la vida. Quizás sería mejor completar la frase diciendo que el arte es la revelación sensible de lo sublime a través de la técnica humana. Pero yo creo que todos tenemos experiencia de lo sublime, sucede en momentos en los que hay una pausa dentro de uno y te das cuenta de todo el milagro que te circunda, y que eres tú también. Todos tenemos la experiencia de estar con una pareja, por ejemplo, estar apoyado en su pecho y sentir latir su corazón, y estoy aquí y hay un corazón latiendo, está la vida alimentado constantemente este movimiento. Es ver ese milagro. Eso es lo sublime y eso está en la vida. El arte, a través de la técnica, es quien lo revela. Tampoco me vale una técnica excelente si no me está revelando lo sublime. Porque yo he visto técnicas muy buenas pero que están muertas. Es decir, no hay nada vibrando dentro de la obra, simplemente muy buena técnica pero es estéril.


Creo que una obra de arte es una puerta entre ese lugar donde se encuentra lo sublime, que está en el centro de nosotros, y el espectador. Cuando se ve una pieza, obra de arte o musical, sublime es porque es capaz de tocar en ti esa tecla, ese centro, donde tú eres consciente de ese milagro. No son solo sentimientos, imagínate una esfera que tiene un centro y es como el planeta tierra con diferentes capas. Pues el sentimiento o la emoción sería una de esas capas, igual que el pensamiento es otra de las capas. Sin embargo el punto que debe tocar es justo el centro, el núcleo, eso es lo que debe vehicular, eso es lo que debe contener. Es como un punto de silencio, en el silencio absoluto es cuando se revela todo.


“Proserpina“. Pintura de © Silvia Flechoso, 2018.


HM: ¿Trabaja con una misma paleta de color, o varía según el proyecto?


S.F.: Yo estoy trabajando con una paleta por la tradición que sigo de la pintura veneciana. En esa paleta establezco jerarquías, digamos que el máximo color es el negro, de ahí la oposición el blanco, negro o blanco.

Esta oposición se sustenta sobre una tierra roja, que sería la sangre que es el vehículo de la vida. La base de mi paleta son esos tres colores, el negro, el blanco y la tierra roja. A partir de ahí, yo sigo con la jerarquía, situando un ocre y voy haciendo oposiciones. Cruzo un ocre, luego tierra, un ultramar, y de ahí ya voy añadiendo los colores que vaya necesitando. Supongo que cada artista tiene su paleta.


HM: En sus retratos, en la representación de la figura humana como en su serie Ofrenda, ¿qué busca exponer?

S.F.: La figura humana es para mí el microcosmos, contiene todo el universo con lo cual es un absoluto. Yo puedo expresar el absoluto a través de la figura humana; aparte de la riqueza que ofrece en cuanto a matices, texturas, etc. Lo tiene todo. También porque amo al ser humano, entonces es una manera de agradecer que soy humana, que exista la humanidad y de tomar conciencia de eso que somos. Además el desnudo me parece lo más bello que hay, diría que después del silencio y de lo sublime. La geometría es una maravilla.


El retrato es un género diferente para mí, me interesa vincularlo con los primeros retratos que son los funerarios, en los que el retrato se convertía en una especie de recipiendario del difunto. Es decir, otra vez esa puerta de unión de ese ser que está no sé dónde, y tú que estás en el mundo de lo manifestado y de lo material.


HM: ¿Para usted comunicar su mensaje es importante?

S.F.: Con respecto a mi mensaje, no sé si es mi mensaje. El arte sí tiene la función de comunicar, como hemos hablado antes, pero yo creo que es para mí una manera de comunicarse con lo trascendente o lo sublime y de abrir una puerta para que los demás puedan comunicarse también con eso.


“Las borrachas“. Pintura de © Silvia Flechoso, 2019.


HM: ¿El arte es un medio de comunicación? ¿sino comunica es arte?


S.F.: Es un medio de comunicación, y si no comunica se queda simplemente en una especie de artefacto.

HM: El arte, si comunica, ¿tiene que reivindicar, criticar, preguntar al espectador o cumplir una función social?

S.F.: El arte está actualmente demasiado politizado. Se ha perdido de vista el verdadero poder que entraña el arte. De hecho, si pensamos en el concepto cultura, tiene que ver con aquello a lo que rendimos culto.


Hablamos de la cultura como una categoría que todos entendemos perfectamente y nos olvidamos de a dónde o para qué existe la cultura. Yo creo que el verdadero poder del arte es el de abrir el silencio, un espacio del silencio que es una especie de santuario y en este se puede producir la religión, la comunicación, y al final es la unión contigo mismo.


Cuando se habla de dios, o se habla de otras cosas, son categorías para que tú te reconozcas a ti mismo como algo mucho más grande de la imagen que tienes de ti. Yo creo que el arte de hoy hace demasiado ruido, está constantemente tratando de llamar la atención, se queda como en una especie de cáscara y pierde de vista esa función de crear un espacio de silencio, de crear un santuario y de crear un lugar en el que tú entres en una intimidad contigo mismo. Para mí el arte real abre ese abismo de silencio delante del cual uno por falta de costumbre a su centro llega a sentir incluso pavor. Es decir, ¿qué pasa hoy en día? Que estamos tan acostumbrados y adictos al ruido que cuando llegamos a ese espacio de silencio, cuando llegamos a la intimidad de nuestro ser, salimos corriendo. Es como cuando tienes delante de tus ojos el amor y te bloquea el miedo o sales corriendo.


“Lohengrin“. Pintura de © Silvia Flechoso, 2020.


El arte ha de vehicular al espectador con su centro, y para ello ha debido ser creado desde el centro del artista. Sin embargo, si el arte no hace esto es simplemente un panfleto político. Es decir, si yo estoy creando obra política no estoy creando desde el centro y sí estoy sirviendo a unos intereses y seguramente mi arte sea premiado por esas reivindicaciones. ¿Qué se está premiando últimamente en el arte? Black Women, LGTB, etc. Que no tengo nada en contra de eso pero simplemente es como, “otra vez lo mismo”. Qué estoy harta del feminismo y soy mujer. No soy machista evidentemente, pero ya basta, porque no nos miramos hacia el centro de poder que somos y desde ahí emanamos. Obviamente a la política no le interesa porque si no no podría haber una clase política que gobierne a todos los demás. No interesa que el individuo se haga plenamente consciente de su poder y de su centro. Quien tiene el poder de premiar las obras de arte, que muchas veces está politizado, va premiar a lo que sirva de propaganda a sus eslóganes. Ni más ni menos.

Respecto a reivindicar o criticar, reivindicar o criticar el qué, si el arte trata de cualquier cosa externa deja de ser arte. Pierde su esencia real para venderse. El arte de lo único que debe hablar es de sí mismo, del centro.

HM: ¿La búsqueda de la excelencia, la perfección, la belleza y la verdad es un proceso necesario para su crecimiento personal y de su trabajo?

S.F.: Con respecto a la belleza y la verdad, Platón habla de la belleza, la verdad y la justicia como si fueran formas del bien y una misma cosa. Pienso que mi trabajo, más allá del arte como espíritu aquí o alguien que existe en este plano, es encontrar eso o tender a eso. Hacia la verdad que va ser bella y va ser justa y esto se enlaza a su vez con el concepto de virtud de Aristóteles. Porque la justicia es el justo centro, es como un punto de tensión en el que se disuelven las tensiones.


Yo creo es que la excelencia es la manifestación de ese trabajo previo. Para que yo pueda manifestar excelencia en mi trabajo yo he tenido que trabajar interiormente todo eso. Yo tengo que estar centrada para estar en conexión con la verdad. Si no van a ser verdades, creencias, va ser multiplicidad y no va ser el uno. Estar centrado es sinónimo de estar en el justo medio y es sinónimo de virtud.


“El arte ha de vehicular al espectador con su centro, y para ello ha debido ser creado desde el centro del artista. Sin embargo, si el arte no hace esto es simplemente un panfleto político. ” — Silvia Flechoso

Con lo cual si yo estoy en virtud, yo seré un virtuoso. Si en cada instante yo soy capaz de tener la atención enfocada en ese punto de virtud, al final será virtuoso. Ese trabajo es constante, porque la atención es difícil tenerla constantemente enfocada en el centro. Sobre todo con la cantidad de distracciones que tenemos hoy en día, el ruido.

La excelencia es el resultado y la perfección se puede abordar de dos maneras; una perfección a priori y una perfección a posteriori o manifestada. La perfección a priori es que ya somos perfectos, nuestra esencia es perfecta. Yo creo que somos eternos, y somos seres divinos. Si somos seres divinos somos seres perfectos. Pero luego viene la perfección a posteriori que es que en la interacción con la materia el trabajo de manifestar esa perfección de a priori es un trabajo de perfeccionamiento para llegar a un resultado que conecte esa perfección a priori con lo que se manifiesta. Entonces es cuando decimos que algo es perfecto.


“Matthew 19.14“. Pintura de © Silvia Flechoso, 2019.

También creo otra cosa, cuando tú tienes la técnica que interiormente se trabaja a través de la atención y, en la pintura es de la misma manera pero simplemente tú tienes una serie de herramientas que te permiten trabajar con la materia, si tú creas sencillamente desde ese espacio de centro tú vas a manifestar la perfección. Es decir, yo ahora mismo un cuadro que hago digo “es perfecto”, además sé cuando es perfecto, sé cuando lo he acabado, perfección también es sinónimo de acabado. Es algo redondo, y no estamos hablando de que sea más o menos realista, es un absoluto. Porque he sido capaz de hacerlo desde ese punto, he llegado a plasmar plenamente ese centro.

HM: ¿Las funciones del arte se han perdido?

S.F.: Depende, si vinculamos que el arte siempre ha servido al poder político, es decir, si hablamos de esa función política del arte, no se ha perdido. Si hablamos de una función religiosa, aunque es verdad que la religión ha sido la mayor institución política durante siglos, aquí ya entramos en un terreno muy movedizo donde hay diferencias muy sutiles. Porque yo hablo de lo religioso con aquello que vincula con lo eterno. Sin embargo la institución religiosa, en tanto como institución política, no es necesariamente religiosa. Sí que creo que el arte mantiene esa función política, y no creo que haya perdido la función religiosa, porque de una manera el artista está buscando eso a través de su práctica. Pero simplemente se premia y se presta atención a lo que interesa políticamente. Sin importar esa función más profunda o más elevada que tiene que ver con lo espiritual.


“POP“. Pintura de © Silvia Flechoso, 2020.


HM: ¿Considera que al público general no le interesa el arte contemporáneo porque no tiene nivel cultural, o porque el arte más extendido por las galerías no es comprensible nada más que por el artista y la élite del negocio?


S.F.: El público en general no tiene una educación visual. De hecho desde pequeño en la escuela lo que se potencia es el hemisferio izquierdo, que tiene más que ver con el cálculo, y con las estructuras cartesianas. La parte que tiene que ver con la intuición, con lo artístico, lo visual y sutil, eso se considera tonterías. Es algo que no se trabaja, por lo tanto nos enfrentamos ante un mundo visual en el que somos analfabetos. Unos analfabetos visuales.


¿Qué pasa entonces? Que si yo soy un analfabeto y mi ego siente tanto miedo de sentirse un analfabeto en relación con otros egos que parecen que saben, pues entonces ¿qué voy hacer? Pues fiarme de la opinión de la voz cantante. Me he leído un libro que dice que tal y cual artista son la bomba, y yo sigo a ese artista sin ni siquiera cuestionarse si a mí me mueve o no me mueve, qué me hace sentir, sino que miro la etiqueta y “ah, es de este, qué bien y qué bonito”. Esto es lo que le ocurre a la mayoría de la gente.


“La figura humana es para mí el microcosmos, contiene todo el universo con lo cual es un absoluto.” — Silvia Flechoso

Voy al Museo del Prado sin leerme antes la opinión de los artistas que hay allí, y es verdaderamente cuando se descubre la pintura. El arte es muy presencial, yo no he comprado la obra de muchos artistas hasta que no la he tenido delante. Yo no he comprendido la obra de Mark Rothko hasta que no la he tenido delante. Me quedé pasmada.

HM: ¿Las nuevas tecnologías e internet logran acercar el conocimiento al público respecto al arte, a ver contenido visual y obtener un sentido crítico?

S.F.: Acercan el contenido, hacen alimentar a esa parte de la mente que no le interesa saber, sino que le interesa atesorar conocimientos para luego exhibirlos. Te hace muchos contenidos, pero no te pone en contacto con la experiencia real del arte, a través de la presencia. Pueden ser útiles para que tú descubras sitios donde mirar, pero tienes que ir a los sitios a mirar, no te puedes quedar en la referencia digital.


“De Perla Muerte“. Pintura de Silvia Flechoso, 2015.

HM: ¿Apuesta por un renacimiento del arte?

S.F.: Creo que es necesario, llevo haciéndolo toda la vida, apostar por un renacimiento del arte. De pequeña, uno de los recuerdos más antiguos que tengo es estar en una exposición y yo mirar los cuadros y decir “¿pero qué ha pasado?” No entender nada es horroroso.

HM: ¿Una idea puede ser considerada arte?


S.F.: Una idea no es arte, para eso está la filosofía. La filosofía abarca todo el mundo de las ideas. El arte debe ser vehicular a través de la técnica. La idea es inmaterial, pertenece a otro mundo. Debe haber una cristalización en la materia, el artista como un alquimista que cristalice eso perfectamente. No que haga cualquier chorrada y se le aplauda.

HM: ¿Las instituciones públicas y privadas dirigidas por una élite dentro del negocio del arte excluyen los estilos que no defienden su ideario?

S.F.: Ha habido un cambio desde Duchamp en el concepto de lo que es arte, que consiste en que arte es lo que dice el artista que es arte. Si yo soy lo suficientemente convincente para venderte que algo es arte, pues eso es arte y punto. Pero luego también está Theodor W. Adorno que dice que la esencia del arte consiste en ir en contra de aquello que se consideraba arte. El arte se define por su contradicción.


Ahora mismo qué sentido tiene el arte contemporáneo, pues ha llegado a un punto de vicio, de esas manifestaciones conceptuales, etc. y precisamente lo que iría en contra de esa idea ya viciada sería la vuelta a la técnica. En el Renacimiento hubo una vuelta también a la gloria de lo griego. No sé, creo que es difícil cambiar toda una inercia, pero creo que también es necesario.


Aparte de las instituciones públicas y privadas dirigidas por una élite, muchas de las personas que tienen poder en el mundo del arte no han producido una obra de arte en su vida, con lo cual desconocen el material con el que están trabajando. Es decir su sentido crítico y el criterio ¿de dónde procede? De una organización de fuentes que han bebido, de lo que pueden ellos sentir delante de una obra de arte, proceden del negocio que genera, o proceden de la cantidad de seguidores que yo pueda atesorar en mis redes sociales para que mi obra sea más vendible. Si tenemos en cuenta lo de las redes sociales, he estado investigando el tema del marketing y piensas que para qué mi producto se haga visible ¿me tengo que convertir en un bufón público o algo así?. Tienes que hacer algo que llame la atención, y normalmente las cosas que se hacen virales son cosas idiotas.


“Pandemia“. Pintura de © Silvia Flechoso, 2020.


HM: Entre sus primeros cuadros negros de la serie Ofrenda, y trabajos recientes como es 33, ¿qué nexos tienen entre ellos a nivel artístico y de lenguaje? ¿Qué diferencias?

S.F.: La serie de Ofrenda comienza en un momento en el que yo empiezo a meditar. Cuando uno medita conecta con el negro, es lo primero que hace, entra en la oscuridad de sí mismo para buscar ese centro del que llevamos hablando todo este tiempo. Al principio tú no ves nada, tú ves simplemente que hay una cantidad inmensa de sombra. La sombra es lo que has rechazado de ti, lo has puesto en un cuarto oscuro y aquello con lo que no te identificas. Con lo cual si has rechazado partes de ti, tú no puedes identificarte con totalidad. Mi proceso interno que va hacia la identificación de mí misma con el todo, yo he ido entrando en esa oscuridad para ir alumbrando.


La serie Ofrenda tiene que ver con eso. Son todo mujeres y tiene que ver con el rechazo de mí hacia la mujer. Es decir, haberme comprado la idea de que la mujer es más débil, menos válida, y yo desde pequeña he dicho “la mujer es una mierda, pues nada, yo voy a ser un chico”. Por lo que llegamos a un punto de polarización en el que yo me estoy comportando como un personaje dejando muchas partes de mí fuera. Empiezo por ahí, que la mujer también tiene la vinculación con el negro primordial, con la vagina, es como el origen del mundo. Por eso fue un encuentro con lo femenino, con entrar dentro de ese coño, que es mi interioridad, entrar dentro de mi casa e ir alumbrando. Ir descubriendo qué había ahí, había monstruos, había seres preciosos, había seres abandonados, miedos y todo lo que había ahí lo iba alumbrando. Desde ahí, comencé a sentir fijación por ciertos colores.


“El último viaje inútil“. Pintura de © Silvia Flechoso, 2020.

Después de la serie Ofrenda empecé a obsesionarme con el azul, sin saber por qué. Necesitaba pintar azul por todos lados. Hice otra serie que se llama La siesta, que aparece un chico desnudo como una Venus pero en hombre, con un paño azul que le cubría un poco el cuerpo. Luego una serie de bodegones donde el cielo era la excusa para utilizar el azul. Desde ahí voy como alumbrando, transformando esa sombra en color, si yo miro la sombra la estoy iluminando como creían también en la antigua Grecia que de los ojos salían unos rayos que iluminaban los objetos, más o menos así. Ha ido evolucionando cada vez con más luz y más saturación, sin que eso derive en algo efectista. Trato de huir del efectismo, creo que es algo antiestético.


HM: ¿Sus próximos proyectos artísticos?


S.F.: Ahora estoy con el proyecto de 33, quiero que sean treinta y tres cuadros los que se narre simbólicamente la evolución interna. Cómo ir alumbrando ese ser divino que hay en nosotros. Habla mucho del tema de nacimiento, de resurrección, todos esos temas. Además, tengo otros proyectos en mente y hasta que no los elabore no hablo de ellos para no disipar la energía.

HM: ¿Cómo se ve en el futuro y cómo es ese futuro respecto al mundo del arte?

S.F.: Me veo exitosa, siendo una voz de autoridad capaz de generar el cambio que yo quiero hacer. Es decir, yo quiero un cambio, por qué no ponerme yo misma manos a la obra, a por ello, y seguramente que hay personas que estén deseando que se produzca. Tratar de ser y de pagar el precio necesario para ser ese ejemplo que uno espera.

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